Ignacio Manuel Altamirano

Oaxaca de Juárez, Oax. 13 de febrero de 2025.- Un día como hoy de 1893 muere el novelista y político liberal, defensor de la República durante la intervención Francesa y el Imperio, Ignacio Manuel Altamirano.

Nacido el 13 de noviembre en Tixtla de Guerrero, fue un escritor, periodista, militar, abogado, político, docente y diplomático mexicano, además de un devoto católico, según los registros de los que se tiene conocimiento.

Francisco Altamirano su padre, quien fue nombrado Alcalde de Tixtla en 1848, permitió que a pesar de que Ignacio ya tenia 15 años le fuera posible estudiar; en su pueblo natal aprendió a leer y escribir, pero sus primero estudios los realizo en Toluca, gracias a una beca otorgada por Ignacio Ramírez, de quien fue discípulo. Logrando así ingresaren al Instituto Literario de Toluca en 1849, donde estudió español, latinidad, francés y filosofía; posteriormente, continuó sus cursos de filosofía y derecho en el Colegio de San Juan de Letrán de México. Perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Nezahualcóyotl, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística,​ el Liceo Hidalgo y el Club Álvarez.

Fue un gran defensor del liberalismo, participando así en la revolución de Ayutla en 1854 contra el santanismo, más tarde en la guerra de Reforma y combatió contra la invasión francesa en 1863.

Se dedico a la docencia trabajando como maestro en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela Superior de Comercio y Administración y en la Escuela Nacional de Maestros; otro ámbito en que se desarrollo fue en la prensa, en donde junto con Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez fundó El Correo de México y, con Gonzalo A. Esteva, la revista literaria El Renacimiento, otros periódicos y revisas que fundo fueron: El Federalista, La Tribuna y La República.

Como Diputado del Congreso de la Unión, se desempeño por tres periodos desde 1861, durante los cuales abogó por la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria, también fue titular de la Procuraduría General de la República, fiscal, magistrado y presidente de la Suprema Corte de la Nación, así mismo fungió como oficial mayor del Ministerio de Fomento. También trabajó en el servicio diplomático mexicano, desempeñándose como cónsul en Barcelona y en París. Fundó el Liceo de Puebla y la Escuela Normal de Profesores de México.

En 1870, fue iniciado en la masonería, y alcanzó el grado 33 en 1879.

Su muerte fue debido al deterioro de su salud a causa de la diabetes que padecía, llegando así su muerte durante una misión diplomática en Italia. Su cuerpo fue cremado y sus cenizas trasladadas a México, actualmente su restos se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México, las cuales fueron llevadas ahí en el centenario de su nacimiento.

Como parte de los homenajes que se llevaron acabo en su nombre se inauguró una estatua donada por el entonces presidente de México, Adolfo López Mateos a San Remo, Italia en 1960, lugar donde falleció. Se creó la medalla «Ignacio Manuel Altamirano» con la finalidad de premiar los 50 años de labor docente y el 13 de febrero de 1993, se inscribió su nombre con letras de oro en los muros de la Cámara de Diputados.